
Cuando se trata de sexo, a veces todos nos sentimos incómodos: no queremos parecer ignorantes o inseguros; tememos ser rechazados, malentendidos, o simplemente que la experiencia sea “no muy buena”. A menudo ni siquiera nos animamos a hablar de los detalles con nuestras parejas. Pero, ¿por qué nos da tanta vergüenza hablar de sexo? ¿De dónde vienen las fantasías sexuales, cómo nos ayudan y es válido dividirlas en “normales” y “extrañas”? ¿Qué significan todas estas palabras desconocidas —“rubbing”, “toeing”, “compersión”— y qué prácticas representan? ¿Cómo podemos darnos placer a nosotros mismos y a la otra persona? ¿Y cómo logramos entender lo que realmente queremos?